Es increíble que en un mundo donde los niños y ancianos se mueren de hambre exista el desperdicio y la pérdida inmisericordiosa de alimentos.

El despilfarro en un universo donde aún existe el hambre es un tema muy triste, porque mientras millones de personas sufren de malnutrición, se desperdician enormes cantidades de alimentos en todas las etapas de la cadena de suministro, desde la producción hasta el consumo, y lo más penoso, en los hogares donde se supone, los alimentos son sagrados.

La producción agrícola llega a ser ineficiente debido a problemas climáticos, plagas, enfermedades de cultivos y falta de tecnología adecuada, desencadenado en la pérdida de grandes cantidades de víveres antes de que lleguen al mercado.

En muchos países en desarrollo la infraestructura de almacenamiento y transporte es deficiente, lo que conduce al detrimento de alimentos perecederos antes que lleguen a los consumidores, e incluso en países desarrollados, una cantidad significativa se desperdicia en supermercados y restaurantes debido a prácticas de gestión de inventario inadecuadas y fechas de caducidad demasiado conservadoras.

En los hogares, los consumidores a menudo compran más alimentos de los que necesitan y luego los desperdician por falta de planificación de comidas, mal almacenamiento o simplemente porque las provisiones pasan su fecha de caducidad y no se prioriza su consumo por parte de los habitantes de la casa.

El desperdicio en los hogares ocurre por varias razones, una de ellas es porque adquieren más provisiones de las que realmente necesitan, ya sea porque se dejan llevar por ofertas especiales o porque no proyectan adecuadamente sus compras lo que conduce a una acumulación de productos que por lo general terminan en la basura.

Cuando las personas no idean sus comidas con anticipación es más probable que los alimentos se desperdicien y la falta de un método adecuado puede resultar en la adquisición de ingredientes innecesarios o en la preparación de comidas que no se consumen completamente, ya sea porque algunos no toleran X o Y alimento, porque otros están a dieta o porque sencillamente no hay conciencia frente a este tema.

Un acaparamiento incorrecto acelera el deterioro de las comidas y contribuye al desperdicio, por ejemplo, no almacenar los productos perecederos en el lugar adecuado en la nevera, o dejarlos expuestos al aire, hace que se echen a perder más rápidamente.

A menudo las sobras de comidas anteriores se quedan olvidadas en el refrigerador y eventualmente se tiran a la basura, acción que se puede evitar si se es ingenioso y se preparan platillos osados, utilizando las sobras de manera inteligente y adecuada, más aún cuando esas preparaciones se hacen para los de la casa y no para invitados.

Reducir el desperdicio de alimentos en los hogares requiere una combinación de conciencia, organización y cambio de hábitos, cosas simples como hacer listas de compras, acopiar alimentos correctamente, es decir, dejando en un sector los que tengan fecha de vencimiento próximo y en otra área del refrigerador aquellos que posean mayor durabilidad en su conservación.

Botar la comida no solo es un despropósito para el bolsillo de quien paga en el supermercado haciendo grandes sacrificios, sino un hecho repugnante que debe llamar la atención de los “buena vida y despilfarradores” a quienes les sería muy útil ver cómo diariamente mueren de hambre millones de personas en el mundo.

Los lugares con los mayores índices de muertes por hambre son, entre otros, África Subsahariana, Sudán del Sur, Somalia y Níger, y algunos países en Asia, como Yemen y Afganistán, lista lamentable a la que se suman cada día muchos otros de Centro y Sudamérica.

Según el «Programa Mundial de Alimentos» y otras organizaciones internacionales, una parte significativa de la población colombiana, especialmente en áreas rurales y grupos marginados, sufre de inseguridad alimentaria en diferentes niveles, y son muchas las personas que apenas pueden acceder a una ración de comida al día.

Abordar el desperdicio de alimentos en un mundo donde el hambre es una realidad para millones de personas es crucial desde una perspectiva ética, económica y ambiental y para ello se necesitan acciones a nivel mundial, a fin de mejorar la eficiencia en la producción, distribución y consumo de alimentos, así como para educar a las personas sobre la importancia de reducir el desperdicio y utilizar los recursos de manera más piadosa y responsable.

Antes de tirar los alimentos al cesto de la basura sería importante pensar en cuántos millones de seres, entre niños, jóvenes y ancianos, claman por esos a los que muchos llaman desperdicios y para otros es el manjar más preciado.

Por: José Ricardo Bautista Pamplona

Tomado de https://www.lapalestra.com.co/

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